La foca monje del Mediterráneo (Monachus monachus), también conocida como la foca monje moteada, es una de las 19 especies de mamíferos marinos en la familia de las focas verdaderas, junto a la familia de los otarios y morsas. Las focas verdaderas forman el grupo de los mamíferos marinos conocidos como pinnípedos.
La foca monje del mediterráneo es uno de los mamíferos en mayor peligro crítico en el mundo. En los últimos siglos esta especie ha sido perseguida y asesinada en números significativos por pescadores, que perciben a esta foca como competidor en la pesca comercial. En adicción, el tráfico de botes, el uso de los humanos de las playas que utilizan estas focas para congregarse y el envenenamiento del agua son continuas amenazas para este animal, que está al borde de la extinción.
La descripción de esta especie por Aristóteles fue la primera narración escrita conocida de los pinnípedos y, la cabeza de una foca monje del Mediterráneo aparece en una de las primeras monedas, alrededor del año 500 AC.
Las focas monje del Mediterráneo pueden ser de cualquier color entre marrón oscuro o negro hasta gris claro. Su barriga es típicamente de color gris claro. Machos adultos son más oscuros y a menudo se vuelven negros, pero retienen el parche blanco abdominal.
Los cachorros tienen una piel lanosa de color negro y un parche blanco o amarillo en su vientre, que según su forma se puede determinar algunas veces el sexo del espécimen. Mudan la piel alrededor de las 4 a 6 semanas y su abrigo lanoso negro es remplazado por otro gris plateado que va oscureciéndose con el tiempo.
Los machos adultos tienen un promedio de 2.4 m de tamaño, siendo las hembras un poco más pequeñas. Los machos pesan alrededor de 315 kg y las hembras 300 kg.
Las focas monje del Mediterráneo pasan la mayoría de su tiempo en un rango limitado y nunca migran largas distancias. Puede haber hasta 20 individuos en una colonia. En tierra, esta foca es una especie solitaria. En el agua, son más sociables y son excelentes nadadores y buceadores. Pueden nadar tan bien que pueden sobrepasar a un tiburón.
Cuando se comunican unas con otras realizan sonidos muy agudos. Su vocalización es realizada mayormente en el agua, para hacerse saber entre ellas si algo anda mal o si el peligro se acerca.
Alguna vez distribuida por todo el Mediterráneo, el Mar Negro y la costa noroeste de África, la foca monje ha sufrido una disminución devastadora de su población. Ahora está restringida en un puñado de colonias pequeñas y desparramadas en los Mares de Ionian y Aegean y la costa sur de Turquía en el Mediterráneo, así como poblaciones desparramadas en las costas del oeste del Sahara y Mauritania y las islas portuguesas de Desertas, Madeira.
Se piensa que solo dos de esas poblaciones son viables, en Grecia y al noroeste de África. Se piensa que las focas monjes del Mediterráneo han sido extirpadas de toda la costa Libanesa, debido a la polución del agua y la falta de protección en esa locación. La especie no ha sido vista en el Mar negro por más de 5 años. Aunque no existe un estimado confiable del total de la población que existe, se piensa que este número esta entre los 400 y 500 individuos, y desgraciadamente continúa descendiendo.
Las focas monje del Mediterráneo son usualmente encontradas a lo largo de las orillas costeras, especialmente en las costas de las islas. Algunas veces se les puede encontrar en cuevas con entradas submarinas, cuando la hembra está dando a luz o buscando refugio de otras perturbaciones, tal como la navegación de barcos.
Las focas monje del Mediterráneo son diurnas. Se alimentan en aguas costeras poco profundas de una gran variedad de peces. Presas específicas incluyen anguilas, sardinas, tunas, langostas, peces planos y salmonetes. También se alimenta de cefalópodos como los pulpos.
La foca monje del Mediterráneo se encuentra en peligro crítico, con una población mundial que está probablemente entre los 350 a 450 ejemplares. Se estima que había 2 veces este número hace 20 años atrás. El número de estas focas sexualmente maduras se piensa que son menos de 250.
Con un fondo genético muy pequeño, esta especie probablemente ya haya alcanzado una situación en su población de cuello de botella, además que su riesgo de extinción es aumentada por la pérdida de diversidad genética y consecuentemente la reducción de su inmunidad a las enfermedades y otras amenazas donde la variedad genética puede ayudar a defender la especie de la extinción.
Estas focas son muy sensible a la perturbación y los humanos han utilizado tanto el mar como las playas pertenecientes a su hábitat extensivamente por siglos, causando que la población colapse.
Las mayores amenazas que enfrenta esta especie son la caza deliberada de los pescadores que perciben a esta especie como un competidor por el pescado, al enredarse con los equipos de pesca, la perturbación y perdida de su hábitat por el desarrollo y el turismo, muerte y los efectos del florecimiento de algas marinas tóxicas.
Estas tímidas criaturas han sido obligadas a congregarse en cuevas para dar a luz, en vez de las playas afectadas por el desarroll, y el colapso de estas cuevas son también una amenaza próxima para la supervivencia de esta especie.
En el pasado las focas monje del Mediterráneo fueron asesinadas por su piel y partes del cuerpo, que tenían la reputación de proveer protección en contra de una variedad de problemas médicos. Esta foca también ha sido cazada por alimento. La única forma que esta foca afecta a los humanos en forma negativa es como una leve competencia a los pescadores.